La movilidad turística exige visión de sistema

La movilidad es un componente esencial de cualquier destino turístico moderno, especialmente en entornos insulares, donde el transporte público y otras formas de movilidad colectiva o compartida —salvo el transporte a demanda— no constituyen una alternativa real y eficiente a la movilidad individual. En los últimos tiempos, algunas administraciones han optado por limitar la entrada y circulación de vehículos de alquiler como vía para afrontar los desafíos de sostenibilidad y la supuesta saturación. Ibiza ya ha dado el paso, y Mallorca estudia seguir su ejemplo. Aunque el objetivo es legítimo, los instrumentos elegidos están generando incertidumbres que merecen una reflexión más profunda.
Las decisiones que afectan a la movilidad deben partir de una evaluación económica rigurosa. Sin datos contrastados ni diálogo con los sectores implicados, se corre el riesgo de adoptar medidas ineficientes que debilitan la competitividad del destino, encarecen los servicios y dificultan una asignación eficaz de los recursos disponibles.
Desde CEOE defendemos que la sostenibilidad debe abordarse como una estrategia, no como una reacción. Y una estrategia eficaz se apoya en tres pilares: diálogo, gobernanza y datos. Las soluciones no pasan por vetar modelos de negocio que hoy cubren una parte esencial de la demanda turística —especialmente en entornos insulares donde la movilidad compartida aún no constituye una alternativa real—, sino por repensar el sistema en su conjunto.
En este sentido, iniciativas como la Hoja de Ruta Circular impulsada por la Fundació Impulsa en Baleares marcan un camino posible. Su enfoque sistémico reconoce que el turismo no puede entenderse desde compartimentos estancos. La movilidad turística no puede desvincularse del territorio, ni de la gestión del agua, la energía, la logística o el consumo. Ese enfoque obliga a construir soluciones basadas en la colaboración público-privada, la innovación, la inversión y la seguridad regulatoria.
¿Hay margen para mejorar la sostenibilidad del modelo de movilidad en los destinos turísticos? Sin duda, y es un reto que debemos abordar con ambición y sentido de responsabilidad. Pero para que sea eficaz y duradero, ese camino debe construirse desde el diálogo, la cooperación y una visión compartida, no desde enfoques restrictivos ni lecturas simplificadas que atribuyen a un único sector problemas que son estructurales y multifactoriales.
La regulación de la movilidad turística debería orientarse a incentivar la modernización del parque móvil y la eficiencia del sistema en su conjunto, no a restringir selectivamente sin un análisis global. Es necesario valorar el conjunto de actores que intervienen en la movilidad de los destinos, entendiendo su contribución a la conectividad, al servicio y al empleo. El objetivo debe ser diseñar soluciones que promuevan la sostenibilidad, la innovación tecnológica y la colaboración público-privada, garantizando un equilibrio entre la protección del territorio y la competitividad del sector.
España necesita abordar los desafíos de la movilidad turística desde una estrategia nacional de reconversión y modernización de destinos, especialmente en aquellos con un alto grado de madurez. Una estrategia que no aísle el hecho turístico del contexto más amplio de crecimiento poblacional, presión sobre las infraestructuras o cambios en los patrones de movilidad. En este marco, resulta esencial alinear las políticas autonómicas e insulares con una visión de país que promueva la sostenibilidad, refuerce las capacidades del territorio y asegure la inversión pública necesaria para actualizar infraestructuras, con el turismo como catalizador de modernización, no como problema a contener.
Porque, en definitiva, anticiparse es planificar; reaccionar es renunciar a la competitividad y a la confianza. Y la sostenibilidad, para ser eficaz, no puede imponerse: debe construirse.
*Inmaculada Benito es Directora de Turismo, Cultura y Deporte de la CEOE
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