¿Por qué son tan baratas las gasolineras low cost?

Las gasolineras «low cost» o de bajo coste pueden ofrecer precios más baratos que las gasolineras de grandes marcas (como Repsol, BP, Shell, etc.) debido a un modelo de negocio que se centra en la minimización de costes operativos y de estructura.
La característica más evidente es la ausencia o drástica reducción de personal. La mayoría de estas gasolineras operan bajo un modelo de autoservicio puro, donde el cliente se encarga de todo el proceso de repostaje y pago (a menudo a través de un terminal automático o una aplicación móvil). Esto elimina los costes salariales, de seguridad social y de formación asociados a los empleados en caja o en pista.
Un segundo factor es que suelen situarse en zonas con alquileres más económicos, como polígonos industriales, extrarradios de ciudades o áreas con menor densidad de población, evitando las ubicaciones premium en avenidas principales o zonas céntricas.
Normalmente carecen de servicios adicionales que sí ofrecen las gasolineras tradicionales, como tiendas, cafeterías, túneles de lavado, talleres, etc, lo que reduce significativamente los costes de mantenimiento, inventario y personal asociado a estos servicios.
Sus instalaciones suelen ser más sencillas y funcionales, con menos costes de construcción, mantenimiento y equipamiento que las grandes estaciones de servicio con infraestructuras más elaboradas.
Otro factor es que operan con márgenes de beneficio por litro más ajustados. Para compensar este margen menor, su estrategia es vender un volumen muy alto de combustible. Al ser más baratas, atraen a más clientes que buscan ahorrar, lo que les permite mantener la rentabilidad a través de la cantidad.
Un ejemplo es Ballenoil, que lidera en España en el sector de estaciones de servicio automáticas con más de 315 gasolineras operativas en España. Figura entre las marcas de carburante más económicas de España gracias a una estrategia de costes que, según sus responsables «se apoya en la automatización del servicio, la digitalización de sus procesos internos y el control directo del suministro». Este modelo, aseguran, les permite ajustar los precios diariamente y posicionarse entre las estaciones con tarifas más competitivas del mercado, según los datos del Geoportal de Precios de Carburantes del Ministerio para la Transición Ecológica.
Este portal oficial recoge que Ballenoil se encuentra entre las opciones con precios más bajos en decenas de provincias. En Madrid, por ejemplo, figura con el gasóleo A a 1,149 €/l (Camino San Martín de la Vega) y la gasolina 95 E5 Premium a 1,289 €/l (Avenida de Andalucía). En Barcelona, destaca por su oferta en gasóleo Premium a 1,185 €/l (calle Córdoba). También en Valencia, la compañía ofrece gasolina 95 E5 Premium a 1,305 €/l (calle Burjassot).
Esta tendencia se extiende a provincias como Sevilla, Murcia, Toledo, Granada, Cádiz, Badajoz, Valladolid, Huesca, Cantabria, Palencia o Jaén. Las diferencias de precio con respecto a otras estaciones de servicio tradicionales pueden superar los 30 céntimos por litro en ciudades como Madrid, donde la gasolina 95 alcanza en algunos casos los 1,63 €/l. En Barcelona, la brecha entre estaciones puede llegar a 25 céntimos, según los registros del Geoportal.
La búsqueda de precios más competitivos lleva a muchos conductores a las gasolineras de bajo coste, generando una pregunta recurrente: ¿Es el combustible más barato de menor calidad? La respuesta es clara: el combustible base que repostamos es el mismo en todas las gasolineras de España, independientemente de su marca o precio.
El sector ha confirmado que la gasolina y el diésel, el combustible «base», provienen de las mismas refinerías y se distribuyen a través de la misma red logística unificada (operada principalmente por Exolum, antes CLH). Esto asegura que todo el carburante cumple con los estrictos estándares de calidad y seguridad exigidos por la legislación española y europea.
La distinción fundamental se encuentra en los aditivos. Las grandes compañías petroleras invierten en el desarrollo y la adición de paquetes de aditivos específicos que prometen beneficios extra: mejorar el rendimiento del motor, prolongar su vida útil, optimizar el consumo o reducir las emisiones.
Por el contrario, las gasolineras «low cost» suelen vender el combustible base sin estos aditivos premium o solo con los aditivos básicos que ya incorpora el distribuidor en origen. Esta estrategia les permite reducir significativamente sus costes operativos al prescindir de grandes inversiones en marketing, personal o servicios adicionales como tiendas o lavaderos. Al minimizar estos gastos de estructura, pueden ofrecer precios por litro más bajos, manteniendo su rentabilidad a través de un mayor volumen de ventas.
ABC.es