Ni accidentes ni obras: este es el verdadero motivo por el que se forman los atascos de tráfico

Todos los conductores, sin excepción, hemos sido víctimas de los temidos atascos de tráfico. Sobre todo, en horas punta, principalmente a la entrada y salida del trabajo, y al marchar o volver de vacaciones es difícil librarse de ellos. Se trata de una situación que pone de manifiesto las limitaciones del sistema de transporte actual y cómo, a pesar de los avances en materia de infraestructuras, seguimos cayendo en la trampa de estos obstáculos a diario.
Este fenómeno, que cada año cuesta miles de horas perdidas al volante, también dispara los niveles de contaminación en las ciudades. Aunque parezca un mal inevitable de las grandes urbes, en Japón, donde el problema no es menor, un estudio analizó por qué se forman los atascos, incluso en tramos rectos y despejados, donde en teoría todo debería fluir.

Mantener una velocidad constante contribuye a una circulación fluida
Carlos Luján - Europa Press / Europa PressHace más de veinte años, un grupo de investigadores japoneses demostró que muchos atascos no tienen nada que ver con accidentes, obras ni semáforos. El experimento fue sencillo. Veintidós coches circularon por un anillo de 230 metros con una instrucción clara: mantener una velocidad constante de 30 km/h.
El estudio, con 22 coches en un circuito cerrado, revela que los atascos surgen por pequeñas fluctuaciones en la velocidad de los conductoresAl principio, todo funcionaba. El grupo se movía de forma fluida, sin sobresaltos. Pero al cabo de unos minutos empezaron a surgir pequeñas oscilaciones, a causa de una distancia mal calculada, algún frenazo leve, una aceleración más brusca de lo debido… Y esto bastó para que la fluidez del tráfico se rompiera.
Lo que siguió a continuación fue lo que los investigadores llaman un shockwave jam, un atasco que se genera sin causa aparente y que se propaga hacia atrás como una onda. Cada vez que un coche conseguía salir del embotellamiento, otro entraba por detrás. El resultado era un bucle perfectamente reconocible para cualquiera que haya conducido por una autopista en hora punta: avanzar, frenar, esperar, avanzar, volver a frenar.
La conducción autónoma podría eliminar los atascos, pero necesitaría una red coordinada de vehículos conectadosSegún el físico Yuki Sugiyama, autor principal del estudio, este tipo de atascos se comportan igual que los reales, aunque sean a pequeña escala.
Lo interesante es que esta teoría, desarrollada primero con modelos matemáticos, ya anticipaba que una simple variación de velocidad podía bastar para desencadenar el caos. Y el experimento lo confirmó. No hubo semáforos, obras ni accidentes. Solo humanos al volante. Porque esa es la clave, si en lugar de personas, los conductores hubieran sido robots con una conducción perfecta, el atasco jamás se habría producido.
Desde entonces, el experimento se ha convertido en un clásico para entender la fragilidad del tráfico. Y ha abierto la puerta a soluciones como los límites de velocidad temporales o los algoritmos de control adaptativo que ya se están probando en autopistas. Una de ellas es la M25 de Londres.
Lee tambiénAhora falta por ver si la conducción autónoma cumplirá realmente esa promesa. Sobre el papel, todo encaja: sin despistes, sin nervios ni reacciones impredecibles, los vehículos podrían moverse como un único organismo, manteniendo el ritmo sin generar esas oscilaciones que hoy nos frenan.
Pero para que eso ocurra, no basta con que uno o dos coches conduzcan solos. Haría falta una red coordinada, con muchos más vehículos conectados y, sobre todo, capaces de entenderse entre sí.
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