Gafas de sol y conducción: ¿Cuáles están prohibidas y por qué?

La Dirección General de Tráfico (DGT) ha establecido una normativa clara sobre el uso de gafas de sol al volante, no solo como una cuestión de comodidad, sino de seguridad vial.
Según el Reglamento General de Conductores, estos, para ponerse al volante, deben hacerlo con la agudeza visual mínima recogida en el Anexo IV. La norma autoriza a conducir con una agudeza visual binocular de 0,5 (con o sin corrección); no obstante, se debe explicar al conductor que debe conducir con la mejor visión que pueda conseguir, y si logra una visión superior al 0,5 con gafas o lentes de contacto, aunque no esté obligado, es imprescindible que las utilice.
La agudeza visual (definición o detalle con que se perciben los objetos), el campo visual (espacio total que se abarca con la visión al mirar a un punto central) y la sensibilidad al contraste (capacidad para discriminar un objeto sobre el fondo) son capacidades básicas para conducir que pueden ser alteradas por numerosas enfermedades o trastornos del órgano de la visión (como las cataratas o el glaucoma) o las alteraciones de la refracción, (como la miopía o el astigmatismo).
También pueden aparecer problemas de visión cuando se sufren problemas en otros órganos o sistemas, algo que sucede, por ejemplo, con la diabetes.
La fuerte luminosidad que se produce en verano puede empeorar nuestra visión al volante. Muchos, en este período, recurrimos a gafas de sol para recuperar el confort frente al fuerte sol y para proteger nuestros ojos de la radiación solar –en especial ultravioleta– que pueden llegar a dañarlos. Hay que recordar a quien necesite lentes graduadas para conducir que, si quiere utilizar gafas de sol, éstas deben estar también graduadas.
La primera y más importante recomendación de la DGT es que las gafas de sol estén homologadas, es decir, que lleven el sello de la CEE que garantice su cumplimiento con los estándares de seguridad. El Comisariado Europeo del Automóvil CEA subraya que adquirirlas en ópticas o establecimientos especializados es la mejor manera de asegurar su fiabilidad.
Según CEA, la elección correcta de las gafas es vital para evitar un riesgo considerable en carretera y, además, para eludir multas.
La DGT clasifica las gafas de sol en cinco categorías según su capacidad para bloquear la luz, siendo la categoría 4 la única totalmente prohibida para cualquier tipo de conducción. Estas gafas, diseñadas para condiciones de luminosidad extrema como en alta montaña, absorben hasta un 98% de la luz, lo que reduce drásticamente la visibilidad y las convierte en un peligro al volante.
Además, el uso de cualquier categoría de gafas de sol, de la 0 a la 3, está prohibido durante la noche. Las categorías 2 y 3, que absorben el 81% y el 92% de la luz solar respectivamente, están permitidas para conducir de día, pero su uso nocturno es sancionable por la evidente disminución de visibilidad.
El incumplimiento de esta normativa puede acarrear serias consecuencias. La DGT sanciona el uso de gafas de categoría 4 al volante con una multa de 200 euros. La misma sanción se aplica a quienes conduzcan de noche con gafas de sol, independientemente de su categoría. Desde CEA recuerdan que el objetivo principal de estas medidas es garantizar la seguridad vial, evitando que los conductores pongan en riesgo su vida y la de los demás.
En una ponencia titulada «Lentes solares. ¿Cuál es la protección más adecuada para cada persona?», presentada en el Forum de Gafas y Lentes, la profesora Amalia Lorente, de la Facultad de Óptica y Optometría de la Universidad Complutense, decía que «cuando nos ponemos gafas de sol, la pupila se abre y la agudeza visual disminuye. Si además somos amétropes, vamos a ver mucho peor, porque se pierde contraste y se pierde nitidez». Razón por la que es más que aconsejable que quien padece defectos visuales use gafas de sol graduadas para conducir.
La citada profesora analizó qué aspectos deben tener en cuenta los profesionales al aconsejar a sus clientes sobre las gafas de sol más adecuadas. Y el consejo fue conocer para qué y dónde va a utilizar esas gafas de sol.
«En el exterior –explica Amalia Lorente– la luminancia (la cantidad de energía o brillo que refleja un objeto) se dispara. Pero tampoco es lo mismo una calle de Nueva York, con edificios altos, que una de Torrelodones, con chalés y casas bajas». En función de esa luminancia, un especialista puede saber la transmitancia (energía que deja pasar la lente) o el filtro que necesita esa persona en sus gafas solares. De hecho, en función de esos factores, el óptico recomendará un filtro entre 1 y 3 para conducción diurna. Y recordó que «nunca puede utilizarse un filtro de la categoría 4 (reservado para deportes de invierno) para conducir».
En cuanto al color de los cristales, la profesora de la Universidad Complutense recomienda, en general, utilizar filtros grises, marrones o verdes «que no alteran la percepción del color», recordando que los marrones «incrementan el contraste» y los verdes, «además de incrementar el contraste, reducen los reflejos y la fatiga ocular».
Los cristales de color rosa también incrementan el contraste y reducen la fatiga ocular en usos prolongados, mientras que los amarillos, por bloquear la luz azul, pueden ser aconsejables en pacientes con patologías retinianas. La experta afirma que «no hay evidencia científica de que un color de cristal mejore la visión con determinadas ametropías. Sí se produce una sensación de mayor luminosidad, pero no mejora el detalle, no se produce mayor agudeza» y achaca el confort que señalan algunos pacientes al procesado neural de cada individuo.
ABC.es