Aranceles automotrices: Acuerdo entre EE. UU. y la UE: arancel máximo del 15%


Bruselas y Washington, dos mundos geográficamente (y no solo) distantes, han acortado distancias, escribiendo una página en la historia económica destinada a dejar huella: el acuerdo político entre Donald Trump y Ursula von der Leyen , alcanzado el pasado julio, se ha convertido en un acuerdo comercial transatlántico. No solo un reequilibrio arancelario, sino una verdadera redefinición del equilibrio de poder entre el Viejo Continente y Estados Unidos.
Un pacto difícil de imaginar hasta hace unos meses. Sin embargo, se materializó. Sellado mediante una declaración conjunta, el acuerdo introduce un arancel máximo del 15 % sobre casi todas las exportaciones de la UE a Estados Unidos. La industria automovilística europea puede respirar aliviada tras un período de incertidumbre preocupante.
De la amenaza a la medidaCualquiera que conozca a Trump sabe lo mucho que le gusta jugar duro. Durante su primer mandato, elevó los aranceles a los coches europeos al 27,5%, una medida que enfureció a la UE y sumió a los industriales de Turín, Stuttgart y París en una profunda crisis. Hoy, sin embargo, Estados Unidos ha acordado reducir el umbral al 15% , un avance que revitaliza un sector estratégico de la economía europea. Pero, como siempre, nada es gratis: la reducción solo entrará en vigor cuando la UE empiece a reducir sus propias barreras a los productos estadounidenses. Un trato. Un apretón de manos entre dos gigantes.
No solo automóviles y componentes automotrices. El nuevo régimen abarca productos farmacéuticos, semiconductores, madera, aeronaves, corcho y una gran cantidad de bienes que hasta ahora han estado estancados en interminables negociaciones. A partir del 1 de septiembre, muchos de estos productos entrarán en un régimen de Nación Más Favorecida (NMF), que Bruselas pretende extender a otros sectores, buscando crear un escudo aduanero protector.
Sin embargo, en el caso del acero y el aluminio, el lenguaje se vuelve militarista. Palabras como "sobrecapacidad global" y "defensa de la cadena de suministro" evocan una guerra fría económica más que una negociación comercial. Ambas orillas del Atlántico están erigiendo una barrera conjunta, basada en cuotas y restricciones, para impedir la invasión silenciosa del metal asiático. Aquí, el comercio se vuelve geopolítico. Y cada arancel, una trinchera.
Energía, chips y cañonesSin embargo, el alcance del acuerdo va más allá de los bienes. Europa se ha comprometido a comprar gas natural licuado, petróleo y productos nucleares estadounidenses por valor de 750 000 millones de dólares para 2028. Es una decisión clara: menos dependencia de Oriente, más alianzas con Occidente. La inteligencia artificial también está sobre la mesa; para mantener el ritmo en la carrera por las supercomputadoras, Bruselas ha conseguido 40 000 millones de dólares en chips de IA estadounidenses. También está el aspecto de la defensa: « Aumentaremos las compras de defensa a Estados Unidos », declaró el comisario europeo Maros Sefcovic. Las armas han vuelto a ocupar un lugar central en la política europea.
La comprensión de los gigantesEn 2024, el comercio entre EE. UU. y la UE superó los 1,6 billones de euros , más de 4.200 millones de euros al día. Una cifra que eclipsa cualquier otra relación económica del mundo. Este nuevo acuerdo podría ser el inicio de una nueva era. « Un acuerdo que fortalece las relaciones transatlánticas », lo llamó von der Leyen. Una frase de rueda de prensa, sí, pero que encarna una profunda verdad. Veremos si este renovado capítulo de amistad ayudará a la economía y al sector automovilístico del Viejo Mundo, mucho más debilitados y frágiles que en su glorioso pasado.
Virgilio Motori