El tiempo (y la debacle de Red Bull) le dan la razón a Checo Pérez


Durante poco más de un año, Checo Pérez manejaba un auto indomable. El auto de Red Bull, uno de los equipos más ganadores en la Fórmula 1, provocaba el miedo a los rivales por la potencia y la aerodinámica que presumía. Pero el verdadero temor lo vivía el piloto mexicano. El coche, tan ganador en las manos de Verstappen, se volvió impredecible para Pérez. En 2023 pudo quedarse con el subcampeonato del mundo, pero en 2024 apenas pudo salvar la temporada en el octavo puesto.
En mayo de 2024, pese a los notorios problemas que había en la evolución del coche, Red Bull le ofreció un contrato a Pérez para correr hasta 2026. Parecía que había máxima confianza en él, pero el ruido y la presión invadió al mexicano. El RB20, nombre de la monoplaza, evolucionó y sufrió cambios mecánicos que perjudicaron a sus pilotos. El más afectado fue Pérez que en todo 2024 logró cuatro podios en las primeras cinco carreras. Después del Gran Premio de Miami empezó la tragedia donde el mexicano sufría para calificar y para terminar las carreras. Tuvo que abandonar cinco veces durante la temporada.
“Tenía que manejar el Red Bull muy presente. Normalmente, los pilotos manejamos [en modo] inconsciente, todo llega en automático, vas pensando muy poco. Con el Red Bull tenía que pensar cada movimiento”, comentó Checo Pérez a Desde el paddock, un exitoso podcast mexicano protagonizado por otro piloto impulsado por la familia Slim, Memo Rojas Jr. Pérez, tras siete meses de silencio y de vacaciones, habló sin tapujos de cómo Red Bull le dejó desamparado.
“Pude adaptarme al coche, en mis inicios podía manejarlo, pero cuando me llegaba una variante del viento, clima, lluvia, era incontrolable”, contó. La prensa británica, país donde nació la F1, tundía en críticas al mexicano. La presión era insoportable. El equipo, liderado por Christian Horner, prefirió ceder ante las críticas y despedir al mexicano, pese a que ya tenía un contrato hasta 2026 y hacerlo suponía una millonaria indemnización. Sin Pérez y todo el gancho económico que suponía, el equipo tenía un hueco en las finanzas. Horner encontró un reemplazo en Liam Lawson, un piloto joven que solo duró dos Grandes Premios en 2025 antes de que le relegaran.

Tras Lawson, Horner le dio el asiento al japonés Yuki Tsunoda. Con él, han sido resultados similares a los de Lawson. Tras 12 carreras, Red Bull está en el cuarto lugar del Mundial de constructores. A esas alturas, en 2024, el equipo aún era segundo y Pérez ya tenía 118 puntos. En 2025, Lawson tiene solo 12 puntos y Tsunoda 10, sin ningún podio. “Muy en el fondo están muy arrepentidos y lo sé de muy buena fuente”, contó Pérez en el podcast. “Sigue siendo un buen amigo para el equipo, todos le tienen mucho cariño, pero no hay arrepentimiento por no haber continuado”, replicó semanas después Horner en el GP de Gran Bretaña.
Este miércoles, la dirección de Red Bull echó a Christian Horner del equipo de Fórmula 1 tras 20 años en el equipo. Horner, que fungía como CEO, jefe del equipo y a cargo del departamento de marketing, se fue del equipo que ayudó a construir a mitad de la temporada. Sobre Horner pesó una acusación de acoso. También las salidas de Adrian Newey, el genio del diseño de autos, y de Jonathan Wheatley, director deportivo. El poder de Horner se acentuó tras el fallecimiento de Dietrich Mateschitz, uno de los fundadores de la empresa de bebida energética.
Checo Pérez, que se tomó un obligado año sabático, ha mirado desde el retrovisor toda la debacle en Red Bull. Su meta, según ha revelado, es regresar en 2026 a la Fórmula 1 solo si hay un proyecto que le apetezca. “Regresaré si vale la pena pagar el precio que hay que pagar por estar en la F1″, comentó en referencia a los constantes viajes en las 24 carreras del año y el poco tiempo para ver a su familia. Propuestas han emergido, como las de Cadillac y Alpine. Pérez esperará un poco más para ver si entre tanto cambio para el próximo año emerge una posibilidad real de volver a competir en la élite.
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