Proyecto del ‘metro europeo’: una red de 22.000 kilómetros para conectar 39 ciudades con trenes que circularían 400 km/h

Martí Figueras
Europa está lista para subirse a otro tipo de movilidad. Tras más de un siglo dependiendo de los motores de combustión, que han llenado el aire de CO2, la necesidad de cambiar hacia un escenario de transporte libre de emisiones es urgente. Si, por un lado, la UE plantea eliminar gradualmente los motores tradicionales con el año 2035 en el horizonte, por otra busca potenciar los trenes de alta velocidad como alternativa sostenible y eficiente.
Además de ser una opción muy bien acogida por los ciudadanos -basta ver el éxito del AVE entre Barcelona y Madrid que ha desbancado al avión en numerosos trayectos-, los trenes de alta velocidad combinan rapidez, comodidad y menor impacto ambiental. De ahí que haya surgido un proyecto a escala continental que pretende unir 39 ciudades europeas bajo la idea de un ‘metro europeo’ capaz de recorrer el continente con agilidad y confort, sin olvidar, claro está, la sostenibilidad.

El proyecto lleva la firma de Starline, el grupo de experto danés 21st Europe, conocido por sus propuestas innovadoras en movilidad y planificación urbana. Está diseñado para trenes que alcanzarán hasta 400 km/h, con interiores que incluyen espacios de trabajo, zonas familiares y asientos cómodos para largos trayectos. La idea es que las estaciones estén situadas en el corazón de las ciudades, conectadas con metros, autobuses y otros medios de transporte, facilitando traslados rápidos y sin complicaciones.
La red Starline tiene el propósito de cubrir 22.000 kilómetros, conectando 39 ciudades europeas, desde Lisboa hasta Varsovia, y desde Oslo hasta Roma. Cada tramo ha sido diseñado para minimizar curvas cerradas y pendientes pronunciadas, lo que permite mantener velocidades de hasta 400 km/h sin comprometer la seguridad ni la comodidad de los pasajeros.

Las estaciones no serían meros puntos de parada. Estarían integrados en los centros urbanos, con conexiones directas a metros, tranvías, autobuses y zonas de bicicletas, facilitando que moverse por la ciudad sea tan sencillo como viajar entre ciudades.
En cuanto a sostenibilidad, Starline apuesta por la electrificación total y el uso de energías renovables siempre que sea posible. Esto supone una reducción drástica de emisiones de CO2, en comparación con los vuelos de corta distancia o los trayectos en coche. Se estima que, en su primera década de funcionamiento, el proyecto podría evitar la emisión de millones de toneladas de CO2, al tiempo que alivia la presión sobre los aeropuertos y reduce la congestión vial.
Por lo que respecta a la experiencia de viaje, los trenes de alta velocidad de este proyecto están diseñados pensando en el pasajero moderno. Los interiores ofrecerán espacios versátiles para trabajar, descansar o socializar, zonas familiares y asientos cómodos incluso para trayectos largos. La idea es que el viaje no sea solo un traslado, sino una experiencia fluida, sin interrupciones, donde cada detalle, desde la iluminación hasta la señalización digital, contribuya a que moverse por Europa sea más cómodo y eficiente.

Pero el transporte de pasajeros es solo una parte de la ecuación. Las estaciones de Starline también funcionarían como centros logísticos, integrando corredores de carga para agilizar el movimiento de mercancías a través de Europa y facilitar la participación de las pymes en el mercado único. Ahora bien, no se trata de un proyecto de aplicación inmediata, sino de una iniciativa a largo plazo que requerirá décadas de planificación, inversión y coordinación entre países para hacerse realidad.
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