McLaren no quiere más líos en un GP de Austria donde se impone Norris


McLaren es un equipo particular por episodios como el que se vivió este domingo en Austria, donde Lando Norris y Oscar Piastri se dieron cera de la buena sin que la cúpula de la escudería interviniera. Y si lo hizo, su mediación fue tan sutil que ninguno de sus pilotos pudo usarlo como pretexto para justificarse. Dos semanas después del lamentable desenlace que se dio en Canadá, donde Norris se vino demasiado arriba y terminó contra el muro cuando intentaba adelantar a su compañero a la desesperada, el piloto de Bristol consiguió redimirse en cierto modo, con una defensa impecable del liderato en Spielberg, ante el asedio del australiano, una especie de Terminator en miniatura, por fiable y frío. La batalla entre la pareja de la escudería de los bólidos papaya tuvo varios asaltos, divididos en dos oleadas, divididas por las visitas a los talleres. De entrada, Piastri le tiró el coche a Norris hasta en tres ocasiones, antes de que se abriera la ventana de las paradas. El primero en cambiar de gomas fue el británico, que lo hizo tres giros antes que su compañero. Ese margen les separó provisionalmente en la pista, les mandó a sus respectivos rincones, dejando para más adelante el pulso definitivo.
Los más de seis segundos entre el líder (Norris) y su único perseguidor (Piastri) fueron empequeñeciendo con el paso de los kilómetros y las vueltas; de forma más sutil hasta que llegó el momento del segundo cambio de gomas, y mucho más rápido después de él. Con gomas nuevas, el muchacho de Melbourne volvió a sacar su esencia de pitbull, esa que le lleva a morder y no soltar a su presa, independientemente de que vista los mismos colores que él. Los casi cuatro segundos que había entre los dos antes del segundo paso por los garajes quedaron reducidos a menos de la mitad (1,8 segundos) cuando llegó la hora de la verdad. Un diferencial importante pero no lo suficiente como para contrarrestar el espacio que McLaren había generado desde el muro, gracias a la estrategia se supone que a propósito, para evitar una lucha fratricida como la vivida en Montreal.
La historia de McLaren está trufada de incidentes entre colegas, véanse los fuegos artificiales entre Senna y Prost, en los años noventa; y más recientemente las puñaladas que se dieron Lewis Hamilton y Fernando Alonso, a mediados de la década de los años 2000, y que terminó con la salida por piernas del ovetense. En esta ocasión, los sablazos iniciales entre Norris y Piastri motivaron el arbitraje de los jefes, que no piensan comprometer la superioridad evidente que les ofrece el monoplaza más afilado de la parrilla. Este triunfo es el tercero del curso para el actual subcampeón del mundo, que puso la guinda a un fin de semana estupendo, edificado a partir de una pole estupenda, con más de medio segundo de ventaja. “No está mal que de vez en cuando todavía salga mi antiguo yo”, dijo Norris, el sábado, al dar ese giro de vértigo que le colocó al frente de la formación. Su teórica vulnerabilidad emocional contrasta con la escalofriante serenidad de su vecino, con quien forma el dúo más atractivo de todos.
El cuarto doblete de la estructura de Woking (Gran Bretaña), combinado con el abandono de Max Verstappen, en la primera vuelta y tras ser embestido por Kimi Antonelli, deja un panorama muy favorable para que, 17 años después de la última vez (2008), el título de pilotos se exhiba en el Technology Centre. Charles Leclerc cerró el podio en una carrera en la que su única esperanza pasaba porque los dos primeros se eliminaran el uno al otro, mientras que Fernando Alonso finalizó el séptimo y Carlos Sainz ni siquiera pudo tomar la salida, como consecuencia de una serie de calamidades que se le acumularon a su Williams en la parrilla.
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Tras licenciarse en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, entró en la sección de Deportes de EL PAÍS en 2005 para cubrir el Mundial de MotoGP, en plena efervescencia por la irrupción de Dani Pedrosa, y de otras disciplinas de motor, como el Rally Dakar. Desde 2010, año en que Fernando Alonso fichó por Ferrari, se encarga de la Fórmula 1.
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